Consumo de carne, salud y medio ambiente.

Durante la historia de la humanidad muchos grupos de personas han ido decidiendo restringir de su dieta cierto tipo de alimentos. Desde las restricciones por motivos religiosos (que si no conocemos al detalle al menos sabemos por dónde se dirigen) como son las propias de musulmanes, judíos o católicos, hasta las propias elecciones individuales por motivos éticos dónde lo más conocido por la opinión pública es el animalismo.

En los últimos años han proliferado una serie de nuevas restricciones, voluntarias y elegidas de manera individual, en su mayoría relacionadas de una manera u otra con el vegetarianismo o el veganismo. Empecemos entonces por tratar de definir estos términos. RAE se refiere a veganismo como la actitud consistente en rechazar alimentos o artículos de consumo de origen animal y a su vez a vegetarianismo como el régimen alimenticio basado principalmente en el consumo de productos vegetales, pero que admite el uso de productos del animal vivo, como los huevos, la leche, etc. Es decir, cuando la diferencia es tan simple como definir el grado de restricción en tu relación con el consumo de carne de manera absoluta o parcial. Cuando es absoluta la definición es muy concisa, aunque dentro de ella también se ubiquen posteriormente una serie de vertientes. Pero el término vegetarianismo resulta bastante más abierto y dependerá de la restricción elegida individualmente por cada individuo por las razones que crea convenientes. En eso precisamente vamos a centrarnos de aquí en adelante, en las razones. 

Hasta llegar a este siglo, el vegetarianismo que a pesar de ser notablemente minoritario (cuando hablamos de occidente sobre todo) estaba considerablemente extendido, si no como una vertiente de pautas alimentarias mayoritaria como una vertiente absolutamente familiar para todo el mundo. Sin embargo observamos que las razones para elegir este tipo de dietas, pueden estar cambiando o al menos diversificándose.  Los motivos que impulsaban a las personas a elegir este tipo de dietas eran a menudo empujadas por un sentimiento de empatía con la naturaleza, como una forma de replantear nuestra relación con el resto de seres, animales sobre todo, que viven en este planeta. Podemos englobar entonces este compendio de motivos en el apartado de razones éticas. Si me permitís lo llamaremos, recurriendo a una simplificación, “hacer un favor a la naturaleza”. Es decir, como humanos elegir voluntariamente no recurrir a los animales para nuestro consumo alimentario pese a que podríamos hacerlo. Pero, ¿cómo han ido cambiando o diversificando las razones para elegir este tipo de dietas?

Digamos que estas nuevas vertientes están cambiando el receptor del favor. Por una parte, cada día conocemos más sobre lo que comemos y cómo nos afecta. Por eso, no solo es que la gente voluntariamente esté empezando a reducir su consumo de carne, que también, sino que es altamente recomendado hacer un consumo de carne moderado. Un consumo de carne elevado está relacionado con ciertos tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares entre otras patologías, además de ser precursor de otras dolencias como puede ser el estreñimiento. (1)

Otra razón, en mi opinión la que va copando más protagonismo en los albores de este siglo, es la ecológica. Dejemos el tan manido y parodiado tema de los gases que emiten las vacas y tratemos de hacer una reflexión un poco más amplia del tema. La explotación animal para consumo humano es una de las principales causas del efecto invernadero y del calentamiento global. A este respecto podemos señalar el consumo desmedido de agua para la producción de un kg de carne (que se estima en 18000 litros), el transporte y mantenimiento del ganado que suponen un consumo de combustible mucho mayor que, por ejemplo, para la producción de soja, la tala indiscriminada de bosques (2) para alimentar ese ganado, la producción de gases de efecto invernadero en la refrigeración de esta carne (3), la merma de la biodiversidad, la contaminación de las aguas con antibióticos o la desaparición de pequeños ganaderos en detrimento de grandes empresas. (4)

No es la intención de este post demonizar el consumo de carne, pero sí propongo una reflexión, individual y colectiva, que invite a la moderación en la alimentación con productos de origen animal. Porque si bien la razón ética animalista nos puede parecer ajena (eso es decisión de cada uno), las razones ecológicas y de salud no nos son en absoluto ajenas. El planeta puede permanecer en otras condiciones perfectamente sin nosotros. Nosotros lo necesitamos a él en condiciones idóneas para sobrevivir.
Por lo tanto, debemos dejar de pensar en las dietas vegetarianas, más o menos restrictivas, como “un favor para el planeta” y empezar a pensar en ellas como “un favor para el ser humano”.





        Guillermo López Egea

Comentarios

  1. Me parece muy buena reflexión, mi duda es, ¿consumimos mas producto de origen animal ahora que a lo largo de toda la historia?, o ¿es la forma de producir la que hace que aumente la contaminación?. Por otra parte, y con relación al valor biológico de las proteínas,¿se puede considerar que el aporte proteico de origen vegetal sustituye al de origen animal?

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    1. En primer lugar gracias por tu respuesta. Vayamos por partes. En la actualidad se combinan los dos factores. No solo consumimos más producto de origen animal, por el hecho de que nunca ha habido tanta población en el mundo como ahora, sino que la producción, de un tiempo a esta parte, ayudada por la evolución técnica y tecnológica, y dada la alta demanda requerida en el presente por los consumidores hace que se prime la producción en perjuicio de la ecología. Si los clientes, es decir, todos nosotros, requerimos de productos cárnicos al ritmo que lo hacemos, la industria alimentaria tiene medios para proveernos de ellos pero, ¿a qué precio? ¿Con qué repercusión para el planeta? En eso se basa básicamente la reflexión.

      En cuanto al valor biológico de las proteínas hay que explicar que se refiere a la calidad de las mismas y esta calidad se basa en la composición de ellas en aminoácidos. De este modo de forma habitual y salvo contadas excepciones las proteínas de origen vegetal suelen ser deficitarias en alguno de los aminoácidos esenciales. Esto se solventa combinando proteínas de origen vegetal, aunque he de decir que hay opciones como la soja o los garbanzos que no son deficitarias. En el siguiente enlace hay varios ejemplos y una explicación más detallada: https://www.cuerpomente.com/blogs/come-con-ciencia/proteinas-vegetales-completas_1415

      Un saludo!

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  2. Buen artículo y buena redacción, es un placer leer tus publicaciones.

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    1. Gracias David Ch.
      Estas palabras le animan a uno a seguir trabajando en su pasión hasta en confinamiento.
      Un abrazo crack, máquina.

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  3. Estoy de acuerdo en que deberíamos reducir el consumo de carne. Pero yo voy más allá. Si redujésemos el consumo de carnes de todo tipo, y al mismo tiempo fuésemos exigentes con la calidad de la misma, y con el trato a los animales, resulta que el planeta no solo no se vería tan perjudicado, sino que iría recuperándose. Y he de decir, que tampoco es precisamente ecológico ni bueno para la naturaleza los miles y miles de hectáreas de monocultivos llenas de pesticidas y faltos de diversidad que hay por todas partes. Hoy en día van surgiendo valientes que están volviendo a la antigua usanza, al pastoreo de animales en el campo, animales que pastan, y que tienen una vida mejor. En el video que colgué hace unos días, "the magic pill", de hecho, entrevistan a uno de estos nuevos ganaderos, y lo explica muy bien. Realmente, no necesitamos comer tanta carne, pero la poca que comemos, que sea de calidad, que nos nutra de verdad. Y los mismo con las verduras...

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